sábado, 8 de junio de 2013

Mis comienzos en el mundo de la rehala.

De siempre he tenido perros, al principio para cazar la menor junto a los amigos, disfrutando como un enano cuando los podenquillos arrancaban con las ciervas apretándolas como cualquier perro de una rehala. Esto hizo despertar mi atención por el mundo de la caza mayor, ya que aunque asistía al puesto, lo que realmente me gustaban eran los perros.
Mas tarde, en la temporada 2010/2011 estuve, gracias a mi padre, cazando la rehala de Donato León. Una rehala con sabor antiguo, constituida principalmente por perrigalgos con muchos pies, pero faltos de pico. Esto hacia que los monteros reprochasen los perros, teniendo una visión muy equivocada de lo que eran realmente. La experiencia es un grado, y así me lo demostró mi padre, que, tras muchas horas entre jaras sabia bien lo que había que hacer en cada momento.  Esta rehala, tras cerca de 40 años, desapareció, ofreciéndome dicho propietario quedármela entera sin ningún tipo de coste. Yo con mi ideal perfecto de una rehala desprecie una gran oportunidad, perros cazando que, ha falta de alguna virtud, sabían muy bien a lo que iban.
Al año siguiente, sin juntar todavía una docena de perros, cace las monterías de mi pueblo. Siendo en estas salidas cuando observe lo que mis perros habían aprendido la temporada anterior.
Teniendo ya la base de una rehala, con varios perros puestos en el tema, decidí juntar otros pocos y cazar finalmente mi propia rehala. Empece con la compra de tres perros a los hermanos Ramón y David de Horcajuelo de la Sierra, sumándose a estos otros tres de Angel Galdon de Valdemaqueda, teniendo que quitarlos dada la falta de afición en dichos ejemplares. De los errores se aprende, y así fue, recogí algún que otro perro de amigos y crié unos cachorros de los míos. La masa estaba hecha, solo faltaba meterla al horno.
La temporada la empezábamos en casa, un día bastante caluroso y con escased de agua. Los perros acusaron la fatiga de las primeras carreras tras las ciervas, ya que los jabalíes no dieron la cara ese día. Tan solo un primalón arranco de una espesa mata arrastrando dos rehalas. La temporada transcurría y tras horas en el campo me iba dando cuenta de lo que realmente valía, haciendo varios descartes al final de temporada y compensando esto con la compra de otros tres ejemplares a Rehalas Horcajuelo, ya que los tres anteriores no dieron mal resultado.
Con varias monterías en los zahones, mis conocimientos no eran muchos, pero suficientes para hacer dar a los perros un poquito mas de sí en las jornadas venideras, pequeños detalles que observe de mi gran maestro, el que me acompañaba en las jornadas desde que tengo uso de razón.
La idea la tenia bastante clara, mi pasión eran los podencos, a esto le metería refuerzos con varios cruzaos de mastín. Con los descartes ya hechos todavía quedaban en la perrera una veintena larga de perros adultos. Realicé unos cruces con unas podencas y un campanero que me crió mi gran amigo Jose Luis Perlado "Joe", a esto debo añadir que crié unos atravesados preciosos. Estaba sobrado para la próxima temporada, había que poner en forma los perros y campear los cachorros, que aunque se hace larga la espera, entre unas cosas y otras cuando te quieres dar cuenta la tienes encima.

Mis más sinceros agradecimientos a mi padre, gran maestro y al que le debo todo lo que se de este mundo tan bonito como es el de la rehala. También a algunos amigos como Pedro Cáceres "el Negro", Donato León y un larguísimo ect. Con los que ruego me perdonen porque se aprende lo que no está escrito, la experiencia la adquieres fijándote, escuchando, compartiendo, luchando y pasando ratos muy buenos y otros menos buenos, pero hay que quedarse con lo mejor y dejar a un lado algunos detalles de los que se consideran "compañeros" y te complican tanto las cosas. Un saludo


Campeando


El calor y la sequía puede jugar una mala pasada entre los mejores a principio de temporada. Para evitar estas posibles bajas sacamos los perros durante los meses de parón. Los cachorros van aprendiendo de los mas veteranos y estos últimos no pierden la forma para que en las primeras campañas las manchas no se queden a medias de cazar.

viernes, 7 de junio de 2013

Montería Los Frontos


Cargue los perros mas bien tarde y me dirigí a la junta. Allí, "el Pelailla" nos explicó como debíamos llevar la mano. Solo dos rehalas estabamos citadas para este día, era una mancha muy corta donde los perros trabajaban muy bien.
Sobre las 11 y cuarto nos dirigimos a la suelta, bastante cercana al lugar de reunión, la orden era soltar a las 11 y media. Todo estaba preparado y "Champo" abrió la puerta de su camión, los naveños a la voz de su dueño se abrían como soldados en batalla.
Mi padre se dispuso a abrir la puerta a nuestros valientes, en menos de un minuto vi la barrera de enfrente llena de mis blancos, rápidamente dieron con el encame de las ciervas apretándolas tanto que nos tuvimos que echar "cuerpo a tierra". Acto seguido entraron en el primer puesto, el joven montero las dejo cumplir, pero se fueron, paseándose con los podencos detrás a lo largo de toda la armada.
Los perros cazaron muy abiertos, no había apenas monte y el ansia de encontrar la caza los hacia irse mas largos que habitualmente. Los guarros no dieron la cara, y la jornada se hizo llevadera con las numerosas carreras a las ciervas.
Al llegar al tope, un montero nos indicó que había pegado a una y no tardaron en dar con ella, aunque con las patas partidas, los cortó una buena carrera. A la vuelta echamos otro buen numero de ciervas, y dando gracias, la recogida no se demoró demasiado.

Montería Los Angeles




Ultimo día de la temporada, cazábamos en casa. Cargué los perros temprano y me dispuse a ir a la junta, Allí Lázaro Serradilla nos dio las explicaciones necesarias, había que dar todos los riberos del Tajo, zona como nos comento el guía muy querenciosa para los guarros, los cuales no hicieron acto de presencia, pero el incontable numero de ciervas no dejaba parar a los perros.
Soltamos varias rehalas, quedándome el ultimo para evitar que los cachorros se perdiesen, todo parecía que iba a ser un espectáculo, no hacía 10 minutos que habíamos soltado y la cantidad de reses vistas era alucinante.
Durante toda la mañana los perros no pararon,  aquello era la guerra, pero como he comentado antes todo hembras. Me faltaban perros desde primera hora, sabía que esos perros no querían cuentas con el cervuno e iban buscando los guarros, y así fue, llego a recoger y tengo varias llamadas perdidas de mi tío, marco mientras estoy soltando las cosas y me comenta que tiene a la sabuesa recogida. La Gitana se salió de la mancha haciendo entrar a un marrano a un puesto de la vega, donde se encontraba el amigo "Yayo" quien lo abatió.
Este día toco hacer lumbre y sentarse un rato, porque al parecer todavía tenían ganas de más, recogiendo el ultimo bien entrada la noche.

Los podencos constituyen la base fundamental de nuestra rehala.











Algunos de nuestros atravesados